Mantener una piel visiblemente sana parece ser tarea fácil, pero en la práctica no es tan sencillo. Hay muchos factores externos que influyen la salud de nuestra piel, lo cual afecta directamente la apariencia de la misma.
Así mismo, cada persona tiene una piel diferente con sus rasgos y sus cuidados específicos, pero existen unos signos que nos demuestran que nuestra piel está sana.
1. Un color uniforme
El envejecimiento de la piel y agentes externos como puede ser el ambiente, el sol, enfermedades, etcétera, pueden inducir a alteraciones en la actividad de los melanocitos que desembocará en una producción irregular de la melanina y el consecuente color alterado de la piel. Esta pigmentación de la piel dejará de distribuirse de manera uniforme en las capas basales y se dispersará en la zona alta de la piel (epidermis) creando manchas, como las que no salen al tomar mucho el sol.
Por tanto, para tener una piel sana se debe mantener el funcionamiento natural de las células y la repartición de la melanina, lo que supondrá un tono neutro en nuestra piel.
2. Piel suave
A diferencia de lo que se podría pensar, a medida que pasan los años nuestra piel tiende a espesarse. Esto es debido al aumento de la capa superficial por la acumulación de queratina epidérmica con el paso del tiempo. Además, la piel se reseca y disminuye la renovación de las células basales de la epidermis.
Poco a poco la piel se engrosa por varios factores: la rugosidad, la pérdida de color y brillo, la alteración de la textura y, sobre todo, la acumulación de los pigmentos. ¿La solución? Exfoliarse la piel a menudo para eliminar todas estas capas superficiales que impiden la renovación saludable de las células de la dermis.
3. Textura compacta
Una piel lisa y sólida, es también una piel compacta sin imperfecciones. Cuando la piel envejece, las fibras de colágeno y elastina, que forman la matriz celular, se desordenan, se desestructuran y son más escasas. Es por eso, que una piel sana supone un equilibrio entre estas estructuras para conseguir una superficie lisa y homogénea.
4. Piel no grasa
Las glándulas sebáceas de la piel producen los aceites naturales y, en su justa medida, suponen una protección natural para nuestra dermis. Pero una producción excesiva del sebo (aceites de la piel) puede suponer múltiples problemas; brillo; exceso de bacterias, que favorecen el enrojecimiento, las alteraciones y los granos y exceso de células muertas, que aumentan el espesor cutáneo y dilatan poros.
5. Piel tonificada y definida
Una piel en buenas condiciones es la que tiene un nivel adecuado de tonificación en su tejido subcutáneo. Es por ello que el envejecimiento de la piel supone una pérdida de este tejido subcutáneo con el consecuente hundimiento.
Si aún no cumples con estos 5 puntos, ¡no te preocupes!, recuerda que en Dermos tenemos los mejores tratamientos para ti, así como tips, consejos e información de valor para conseguir esa piel sana que tanto deseas.