El viento fuerte, cuando estamos al aire libre, puede dañar nuestro cabello y piel sin que seamos conscientes de ello, pero no te preocupes, ya que aquí te damos unos consejos para reducir ese daño.
Uno de los mitos que se han escuchado es que “si hay viento, el sol no quema tanto”. Esto es falso, el viento nos ayuda a sentir menos el calor producido en la piel por la radiación infrarroja y, por tanto, estar más frescos, pero los rayos UV llegan exactamente igual a nuestra piel. El riesgo de que el sol dañe nuestra piel o nos queme es el mismo, o incluso mayor, ya que puede que permanezcamos aún más horas al sol que si estuviéramos pasando mucho calor
El viento, sin presencia de sol, también afecta a la piel. El aire provoca que la piel se irrite, situación que puede llegar a terminar con quemaduras por viento. Los filtros solares crean cierta capa protectora contra el viento, pero lo ideal es usar un sombrero o gorra que corte sus embestidas sobre la piel.
Al llegar a casa, después de un día de viento fuerte, es importante limpiar bien la piel para retirar las partículas que hayan quedado adheridas y aplicar una buena capa de crema hidratante.
En cuanto al pelo, los nudos, encrespamiento y deshidratación son tres situaciones que el viento puede ocasionar en tu cabello. Para reducir el daño, solo debes seguir los siguientes tips:
En los días de viento, no olvides consentir tu cabello en casa. Lo primero, cepíllate bien el cabello por la noche para eliminar el polvo y las partículas que el viento deposita en él. Después, lo laves o no, aplica una generosa capa de mascarilla capilar, deja que actúe y enjuaga bien.
Siempre hay que poner atención a los factores climáticos que nos pueden afectar, adaptando nuestra rutina de belleza a lo que nos ayude en cada tipo de clima. Y recuerda que en Dermos tenemos los tratamientos que necesitas para complementar tu rutina.